México celebra sus 201 años de independencia: el día 15 de Septiembre a la noche, el presidente de la República sale al balcón del Zócalo, y a voz en grito proclama: ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!
Para los mexicanos representa un gran día, del que el año pasado además celebraron el bicentenario, por lo que la ciudad desde varios días antes se viste de gala y se prepara para festejar por todo lo alto. El zócalo, plaza principal en torno a la cual se organizan los edificios más representativos de la ciudad y el país, se llena de gente en un ambiente festivo que, motivos políticos e históricos aparte, tiene a mi modo de entenderlo, un gran parecido en la forma en que la gente lo vive con la celebración de las campanadas en la Puerta del Sol.
Y es en ese clima, con la ciudad engalanada y llena hasta los topes, ¡en el que fueron a aterrizar mis padres de visita! Por suerte para ellos, pudimos contemplar tan importante evento desde un balcón de lujo (al más puro estilo Ramonchu-Igartiburu, siguiendo con el paralelismo), y que cuando amainaba la lluvia permitía subir a la azotea a disfrutar de los fuegos artificiales. Gracias de nuevo Alba/Olivia/Víctor, queé oportunidad única e inolvidable nos ofrecisteis.
Además de las celebraciones patrióticas, también hubo tiempo para ir de visita y conocer nuevos sitios más allá del D.F., en esta ocasión tocó el tándem Cholula/Puebla, plagado como no podía ser de otra forma de iglesias:
En la carretera de camino a Cholula, uno de los puntos más interesantes son las increíbles vistas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl (o mujer dormida), sobre todo porque del primero aún se puede ver casi a diario un pequeño reguero de humo que se escapa entre la nieve de la cúspide, muestra viva de su activo presente que más de un susto ha dado.
En Cholula es visita obligada el Santuario de Los Remedios, que se encuentra edificado sobre la gran pirámide de Tlachihualtepetl, considerada la más grande del mundo por volumen. Si bien es cierto que en los alrededores aún quedan reminiscencias a modo de ruinas, de esta gran pirámide por desgracia ya apenas se puede apreciar nada, puesto que la humedad y vegetación han hecho que el aspecto que da es el de un gran cerro, sobre el que se asienta la ermita en el lugar antes ocupado por el Teocalli de la divinidad prehispánica. Muy cerca de allí se encuentra el templo de Santa María Tonantzintla, donde los indígenas modelaron las yeserías con iconografías mexicanistas compuesta de ángeles morenos, niños con penachos, frutos tropicales y mazorcas de maíz. Esta decoración es el mayor atractivo del templo por su gran singularidad.
Puebla por su parte es conocida por ser una ciudad con una elevada concentración de iglesias, de entre las cuales destaca especialmente su Catedral, que es seguramente una de las más bellas de toda la República. De estilo herreriano, es el primer “centro suntuoso que bajo buenos diseños” se hizo en América, adelantándose por 4 años a Metropolitana de México. Dando vueltas por la ciudad también hubo tiempo para probar el típico mole poblano con pollo o dar una vuelta por su zócalo y mercados, disfrutando de las fachadas adornadas con ladrillo y azulejos de cerámica de Talavera, muy típicos ambos de la zona, donde abundan los hornos cerámicos a lo largo de las carreteras.
Y como no podía ser de otro modo para este pantagruélico personaje, no faltaron las más variadas rutas por la extensa y siempre rica gastronomía de México: desde los escamoles hasta los chiles en nogada (que ahora se encuentran en plena temporada), pasando por los mariscos, tamales, moles… todo ello regado con mezcales, tequilas y margaritas.
Días interesantes para moverse por México pues, y aprender un poco más de su interesante y apretada historia. Movido por la fuerte carga histórica de estos días pasados, ahora de hecho me encuentro leyendo un par de libros de su historia (uno novelado sobre la conquista, y uno de historia completa (resumida)), así que en breve quién sabe, quizá este güerito pueda ofrecer un buen resumen de esta apasionante historia que tanto tiene que ver con la forma en que la gente de aquí entiende la vida, con sus actitudes y costumbres.
De nuevo muchas gracias a todos los que ayudaron a preparar y mejorar la visita de mis padres, se han ido con un gran sabor de boca y a buen seguro ganas de volver. Y un abrazo para todos en esta nueva entrada del Puro Albur.