sábado, 5 de noviembre de 2011

Día de Muertos!


Después de un largo tiempo en el que el trabajo me ha tenido alejado del blog, he buscado un ratillo para poder relatar la experiencia que es estar en México durante el día de muertos:

Anterior a la llegada de los españoles, esta tradición que a día de hoy se podría pensar que compite con el Halloween americano (aunque quizá no tanto a juzgar por esta encuesta), fue declarada hace tiempo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Celebrada el día 2 de noviembre -un día después del día de todos los santos-, su principal característica y seguramente la que ha llamado más la atención internacionalmente es la forma en que la cultura mexicana en general, pero particularmente en este día, se relaciona con la muerte de forma desenfadada y festiva:

Por un lado se aprecia claramente en la representación de la muerte o Catrina (a quién siempre se relaciona con las ocasiones importantes) como una señora alegre, vestida de manera elaborada, con ganas de divertirse e incluso de coquetear con los mortales. En este sentido, la imagen más difundida es un grabado de José Guadalupe Posada, cuyo nombre original es “La calavera garbancera”, y que inicialmente surgió como crítica a las personas de sangre indígena que pretendían ser europeos.

La vuelta de tuerca definitiva la dio Diego Rivera en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde la calavera aparece vestida de la manera en que ahora se la suele representar, y acompañada de su creador (Posada). También se atribuye al muralista el uso del término “Catrina” en referencia a la muerte al explicar la obra, nombre que a día de hoy goza de gran popularidad.

Por otro lado, en la visita al cementerio para visitar a los muertos, donde el principal concepto a seguir es que se trata de un día para estar contentos y no para llorarle a los muertos. Las familias se congregan en torno a las tumbas y se llevan consigo comida y bebida para pasar el día, montando una ofrenda donde se depositan aquellas cosas que al difunto más gustaban en vida, y normalmente se termina también cantando sus canciones favoritas, rodeado del resto de vecinos. Es en definitiva un día festivo y alegre que encuentra su ejemplo más típico en la ciudad de Los Mochis (Sinaloa), al noroeste de México.

Entre los rasgos característicos de este día, destaca la profusión de calaveras, ya sea pintadas en las caras de niños y mayores, o en las ofrendas: en su versión cerámica con elaborados diseños y dibujos, o en su más dulce versión: de azúcar! En Aguascalientes existe un festival de Calaveras en la isla de San Marcos, uno de los lugares más bonitos y típicos para celebrar el 2 de noviembre.


También es un goloso acompañamiento el pan de muertos, de imagen muy característica, y de sabor similar al del roscón de reyes (desprovisto eso día de cualquier decoración que no sea el azucar).

Y para dotar de color esta celebración, qué más característico que la flor del Cempasúchil, que con su color anaranjado cubre altares, tumbas y en general cada superficie verde de la ciudad. Tampoco pueden faltar en este festival cromático los “papeles picados” de papel couche.

Un sitio muy especial para pasar el día en el DF es la Ciudad Universitaria, donde cada año se construye una megaofrenda en la plaza de “las islas”, centro neurálgico del campus. Este año el tema era un homenaje a Jorge Luis Borges, y era una gozada ver los distintos altares que cada universidad ofrendaba en un lugar tan bonito y rodeado de edificios tan interesante y representativos.


También en estas fechas tuvo lugar el 5º concurso de alebrijes monumentales del MAP (Museo de Arte Popular). El alebrije es una artesanía mexicana de papel o madera, típica de Oaxaca y que representa animales imaginarios pintados con colores alegres y vibrantes. Su invención se achaca a Pedro Linares López, quien al borde de la muerte y muy enfermo, dice que soño estar en un bosque donde estos seres lo acompañaron de camino de vuelta mientras le gritaban: “alebrijes, alebrijes”.

Como podéis ver, han sido unos días coloridos, interesantes, pero sobre todo muy típicos de esta tierra en la que poco a poco voy acumulando meses (ya van más de 7!). Y esperemos que aún por mucho tiempo.

Un saludo a todos y hasta la próxima entrada del blog, que me voy a ver a Sabina!

martes, 20 de septiembre de 2011

¡El grito!

México celebra sus 201 años de independencia: el día 15 de Septiembre a la noche, el presidente de la República sale al balcón del Zócalo, y a voz en grito proclama: ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!

Para los mexicanos representa un gran día, del que el año pasado además celebraron el bicentenario, por lo que la ciudad desde varios días antes se viste de gala y se prepara para festejar por todo lo alto. El zócalo, plaza principal en torno a la cual se organizan los edificios más representativos de la ciudad y el país, se llena de gente en un ambiente festivo que, motivos políticos e históricos aparte, tiene a mi modo de entenderlo, un gran parecido en la forma en que la gente lo vive con la celebración de las campanadas en la Puerta del Sol.

Y es en ese clima, con la ciudad engalanada y llena hasta los topes, ¡en el que fueron a aterrizar mis padres de visita! Por suerte para ellos, pudimos contemplar tan importante evento desde un balcón de lujo (al más puro estilo Ramonchu-Igartiburu, siguiendo con el paralelismo), y que cuando amainaba la lluvia permitía subir a la azotea a disfrutar de los fuegos artificiales. Gracias de nuevo Alba/Olivia/Víctor, queé oportunidad única e inolvidable nos ofrecisteis.

Además de las celebraciones patrióticas, también hubo tiempo para ir de visita y conocer nuevos sitios más allá del D.F., en esta ocasión tocó el tándem Cholula/Puebla, plagado como no podía ser de otra forma de iglesias:

En la carretera de camino a Cholula, uno de los puntos más interesantes son las increíbles vistas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl (o mujer dormida), sobre todo porque del primero aún se puede ver casi a diario un pequeño reguero de humo que se escapa entre la nieve de la cúspide, muestra viva de su activo presente que más de un susto ha dado.

En Cholula es visita obligada el Santuario de Los Remedios, que se encuentra edificado sobre la gran pirámide de Tlachihualtepetl, considerada la más grande del mundo por volumen. Si bien es cierto que en los alrededores aún quedan reminiscencias a modo de ruinas, de esta gran pirámide por desgracia ya apenas se puede apreciar nada, puesto que la humedad y vegetación han hecho que el aspecto que da es el de un gran cerro, sobre el que se asienta la ermita en el lugar antes ocupado por el Teocalli de la divinidad prehispánica. Muy cerca de allí se encuentra el templo de Santa María Tonantzintla, donde los indígenas modelaron las yeserías con iconografías mexicanistas compuesta de ángeles morenos, niños con penachos, frutos tropicales y mazorcas de maíz. Esta decoración es el mayor atractivo del templo por su gran singularidad.

Puebla por su parte es conocida por ser una ciudad con una elevada concentración de iglesias, de entre las cuales destaca especialmente su Catedral, que es seguramente una de las más bellas de toda la República. De estilo herreriano, es el primer “centro suntuoso que bajo buenos diseños” se hizo en América, adelantándose por 4 años a Metropolitana de México. Dando vueltas por la ciudad también hubo tiempo para probar el típico mole poblano con pollo o dar una vuelta por su zócalo y mercados, disfrutando de las fachadas adornadas con ladrillo y azulejos de cerámica de Talavera, muy típicos ambos de la zona, donde abundan los hornos cerámicos a lo largo de las carreteras.



Y como no podía ser de otro modo para este pantagruélico personaje, no faltaron las más variadas rutas por la extensa y siempre rica gastronomía de México: desde los escamoles hasta los chiles en nogada (que ahora se encuentran en plena temporada), pasando por los mariscos, tamales, moles… todo ello regado con mezcales, tequilas y margaritas.


Días interesantes para moverse por México pues, y aprender un poco más de su interesante y apretada historia. Movido por la fuerte carga histórica de estos días pasados, ahora de hecho me encuentro leyendo un par de libros de su historia (uno novelado sobre la conquista, y uno de historia completa (resumida)), así que en breve quién sabe, quizá este güerito pueda ofrecer un buen resumen de esta apasionante historia que tanto tiene que ver con la forma en que la gente de aquí entiende la vida, con sus actitudes y costumbres.

De nuevo muchas gracias a todos los que ayudaron a preparar y mejorar la visita de mis padres, se han ido con un gran sabor de boca y a buen seguro ganas de volver. Y un abrazo para todos en esta nueva entrada del Puro Albur.

martes, 6 de septiembre de 2011

Fun in Acapulco

Hola a todos, hoy seré bastante breve pues tengo que ultimar los preparativos para una nueva visita que llega en breve al D.F., pero no quería pasar por alto que este fin de semana por fin me he dado el primer baño de la temporada (que ya tocaba).


Acompaño la entrada de un video relajadito de una cover de Bob Dylan sobre el destino: Acapulco. La canción es relajadita, como la dinámica del fin de semana en si: mucho solecito, mucho agua y mucho, mucho, mucho de sufrir… a todas horas!

El destino fue Punta Diamante, última ampliación que ha tenido la conocida zona turística que en entre los 60’s y los 70’s fue destino ineludible para la Jet. Si bien la zona de la bahía -implantación original- tiene una extraña mezcla que bien podría ser un híbrido entre Benidorm y San Sebastián (pero no entraré en detalles por miedo a represalias, jejeje), en Punta Diamante se busca mantener en la mayor medida de lo posible esa sensación de que el mar es lo único que verdaderamente debería importar, retroalimentando esa imagen paradisiaca y pseudo(anti)natural de entorno virgen, pero con todas las comodides imaginables.

Valga decir que fue un buen fin de semana, que me he traído unas buenas panorámicas e historias (y un tono rojizo precioso en la piel) y que habrá que repetir.

Adjunto una imagen 360, que queda bien chingona. Un saludo!




martes, 9 de agosto de 2011

Start spreading the news…

En esta ocasión la temporada de visitas ha dejado más de un nuevo destino que a buen seguro dejará un buen sabor de boca a más de uno, y es que en esta ocasión el güerito (and company) se ha introducido en alguno de los elementos más típicos y llamativos de la esfera turística del D.F.

El Ballet Folklorico de Amalia Hernández es, además de una forma estupenda de visitar las entrañas de ese estupendo edificio que es el Palacio de Bellas Artes, una inmersión en los bailes étnicos y regionales mexicanos: arrancando con los ancestrales bailes quetzales que poco a poco van llegando a representaciones más modernas, y pasando por los antiguos sones de Michoacán, la fiesta veracruzana, la danza del venado y navidad en Jalisco. La vistosidad de los vestuarios y la increíble diversidad de las coreografías han hecho que este maravilloso espectáculo se venga representando casi ininterrumpidamente desde 1959.

Frente al palacio de Bellas artes y el parque de la Alameda se yergue la torre latinoamericana rematando con sus 204 metros la conocida y transitada calle Madero. Desde su mirador se puede contemplar en un día claro toda la ciudad, llegándose incluso a ver los volcanes, y ello sin que en ningún momento se pierdan de vista los edificios hasta la misma línea del horizonte, poniendo de manifiesto por qué el Distrito federal es una de las ciudades más grandes y pobladas del planeta.

No muy lejos y atravesando Reforma se encuentra la plaza de Garibaldi, de la que en alguna otra entrada ya he hablado. Centro de reunión de mariachis dispuestos a ofrecer sus servicios a turistas y autóctonos, la plaza está rodeada de cantinas donde se sirve tequila a raudales empujado con toda clase de botanas (aperitivos). Entre todas las cantinas destaca el Salón Tenampa, donde desde 1925 y de forma exclusiva (no cuenta con otras sucursales, como rezan los carteles) se viene disfrutando de la tradición más difundida de puertas para afuera. Es tan conocida esta cantina, que artistas del nivel de Juan Gabriel o Jose Jose le han llegado a dedicar un álbum.

Bajando hacia el Sur nos encontramos en San Ángel, donde comercio artesanal y una gran oferta en pintura y escultura conviven con una excelente gastronómica (encabezada seguramente por San Angel Inn) que hace de este lugar un destino casi obligado los sábados, cuando abre el bazar. Junto a San Angel Inn se encuentran las casas de Frida Kahlo y Diego Rivera, reconocidos fácilmente por ser 2 edificios que conviven en la misma parcela, uno rojo y otro azul, y que se encuentran unidos en sus azoteas por un puente casi diagramático. Actualmente es un museo dedicado a estas dos icónicas figuras del arte mexicano, donde se puede llegar a conocer un poco más de estas dos apasionantes personalidades.

Y aprovechando que nos encontramos en el Sur, ¡ya era hora de dejarse caer por Xochimilco y sus trajineras! Su nombre, que traducido sería “Lugar en la sementera de la flores” o “campo de flores”, ya nos hace intuir que se asienta sobre un vergel particularmente fértil y con gran tradición en el cultivo de plantas. Rodeado por largos canales, viajando en estas embarcaciones se suceden los invernaderos y los puestos de comida, dos de sus grandes reclamos ya que por un lado lo habitual es realizar paseos sentados a una mesa donde nunca falta la comida y la bebida, y por otro es un destino habitual para conseguir una gran variedad de plantas y ricos sustratos a precios muy económicos.

Y para rematar y uniendo los conceptos de maravillosas vistas y vegetación, no podemos olvidarnos del castillo que se encuentra en el Bosque de Chapultepec. Actualmente restaurado y convertido en el Museo Nacional de Historia, uno de sus grandes atractivos son las vistas de la ciudad, donde desde las terrazas del castillo quedan enmarcadas las imponentes vistas por el frondoso bosque de los chapulines o saltamontes, emblema siempre presente en este parque inmenso en el que caben desde el auditorio nacional, hasta un parque de atracciones y una gran variedad de museos.


Y eso es todo por hoy, me despido hilándo el Mariachi loco que tantas veces sonó en el Tenampa, con el New York New York de Sinatra en honor a los amigos que vinieron de visita desde tierras gringas. Hasta la próxima y aqui me quedo con mi recién estrenado abono Puma (si la lluvia consiente que lo pueda usar) y una mención especial y mezcalera también para "el empresario", a quién el otro día despedimos ya que se vuelve para su tierra, siendo la primera baja de esta aventura.

miércoles, 27 de julio de 2011

Pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid…

En un cambio de registro y de objetivo para este blog que surgió con la idea de mantener actualizados a los amigos al lado “oriental” del charco, hoy la entrada de esta bitácora se centra en esos días que pasé en Madrid con motivo de la boda de unos buenos amigos.

Como decía más arriba, el objetivo del viaje -además de papeleos varios para empezar a regularizar mi situación legal en el D.F.- era poder dar una buena sorpresa a una amiga que se casaba y que “a ciencia cierta” sabía que yo no podría ir. En este sentido de nuevo mi agradecimiento al par de amigos que hicieron posible mantener el secreto aún en estos tiempos en los que la sobrecomunicación y las redes sociales parecen hacerlo casi imposible… Y con el objetivo cumplido, a disfrutar del fin de semana en compañía de un buen número de amigos, poniéndonos al día y sobrellevando el jetlag a golpe de risas y "bebidas espirituosas".


La boda tuvo lugar en el pueblo de Béjar, perteneciente a la provincia de Salamanca. Población conocida por sus pronunciadas pendientes que han contribuido a su excelsa cantera de ciclistas (de la que salió por ejemplo Roberto Heras), por sus bellos parajes (está rodeada de un entorno natural declarado reserva de la biosfera por la Unesco) o su gastronomía, Béjar cuenta con una población aproximada de 15.000 habitantes, lo que la convierte en el foco de la zona y atrae hacia si las gentes de otros pueblos tan bonitos y turísticos como Candelario, Hervás o Baños de Valmayor. En las proximidades también se encuentra el Valle del Jerte, precioso en la época de florecimiento del cerezo, cuyo cultivo y comercialización constituye su principal motor económico junto al turismo.

Pasado el fin de semana, tocó la “tournée” para ver a amigos y familiares, de la que destacaré aquellos elementos y comidas típicos de estas fechas:

Las “terracitas” son aquellas mesas que en verano sacan los establecimientos a la calle para poder consumir sus productos al solecito o en frescor de la noche. Esto puede no parecer tan chocante en una ciudad con un clima como el del D.F., pero en España vienen a durar entre 3 y 5 meses según la región, y son aprovechadas a golpe de tintos de verano (vino con soda o con refresco de limón) y cervezas heladas (Mahou a ser posible). Todo ello acompañado en cada pedido de su correspondiente “tapa”, que pueden llegar a convertirse en el reclamo del bar en cuestión, y las raciones más diversas.

Y si de tapas o raciones hablamos, hay bares que forjan su fama en un número reducido pero muy bien escogido de ellas. Buenos ejemplos serían:

- “Casa Labra” (tajada y croqueta de bacalao),


- “La taberna la Ardosa” (donde coincidí con unos amigos de México) con sus croquetas de cabrales (queso típico de Asturias y de sabor contundente), salmorejo (sopa fría de jitomate, más densa que el gazpacho y que se acompaña de huevo duro y jamón serrano picados), cazón en adobo (buen ejemplo del pescaíto frito andaluz), anchoas del Cantábrico (de Castro Urdiales para ser más precisos, pueblo mío de veraneo por mucho años), y todo ello regado con “vermú de grifo”, bebida cañí (típica de Madrid) donde las haya.

- Otro buen ejemplo sería “el Melos”, gallego en el que entre barro y barro de Ribeiro (en Galicia el vino se sirve muy frío sobre unos cuenquitos cerámicos conocidos como “barros”) se da cuenta de unas croquetas grandes como puños, la “zapatilla” (torta también de dimensión pantagruélica con lacón y queso de tetilla), pimientos del padrón (de los que se dice que unos pican y otros no), y de postre queso de Burgos con dulce de membrillo.

Melón con jamón, ensaladilla rusa, gazpacho, papas revueltas, pimientos asados riojanos, chistorra light, pochas, gambones rojos, arroz al horno... Y para rematar la tarde/noche, ¿qué mejor que un digestivo Patxarán o un refrescante Gin tonic?

En fin, pocos días pero muy bien aprovechados, en los cuales no dejaba de asaltarme esa curiosa sensación que se tiene cuando uno va de vacaciones a su casa, ve a sus amigos de toda la vida y en general hace todo aquello que solía hacer… pero esta vez de forma excepcional, pues tampoco me olvidaba que en esta nueva etapa mi vida se va poco a poco forjando y asentando a este otro lado del charco.

No sé cuando será la próxima, pero como bien decía Sabina, me queda la tranquilidad de saber que aunque haya muchas ciudades en el horizonte, seguro que siempre habrá un tren que desemboque en Madrid.